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EL PLATO PACEÑO Y LA FERIA DE ALASITA

Una historia compartida.

Lo primero que viene a la mente es la lógica pregunta: ¿Qué tiene que ver el Plato Paceño con la tradicional Feria de Alasita además de ser uno de los favoritos de la variada oferta gastronómica de la tradicional feria de las miniaturas? Pues comparten el mismo origen histórico.

Iniciemos con un poco de historia: “Alasita” (vocablo aymara que significa “cómprame”) es una feria anual recientemente declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, que tendría su origen en una tradicional feria precolombina en la cual los tiwanakotas intercambiaban productos agrícolas, piedras y otros bienes simbólicos con la esperanza de asegurar un buen año con la bendición del Ekeko o Iqiqu, dios de la abundancia, la fertilidad y la alegría que era entonces representado desnudo, cargando productos agrícolas y con un gran falo erecto.

Cuenta la leyenda que la aceptación del Ekeko por parte de la élite española y la sociedad criolla se inició en el cerco indígena que cerró todos los accesos a la ciudad de La Paz en 1781 en rechazo a la corona española. Durante más de tres meses los habitantes de la ciudad no pudieron aprovisionarse de agua ni alimentos y el hambre ocasionó una enorme mortandad entre los pobladores, entre los que se encontraba una hermosa joven indígena que trabajaba en la casa de Don Sebastián de Segurola, gobernador y comandante de armas de la ciudad.

En medio de la hambruna, la única que no sufría por la escasez de alimentos era esta joven pues su novio era parte del ejército de Tupac Katari y cada noche atravesaba en secreto las líneas del cerco para llevarle comida a su amada, quien decidió compartir su inagotable provisión con sus patrones diciéndoles que los alimentos provenían del Iquiqu que ella tenía consigo. Desesperados por el hambre, el gobernador y su familia aceptaron esta explicación sin mayores preguntas y agradecieron al pequeño dios la generosidad que los mantuvo con vida.

Tras la liberación de La Paz, Don Sebastián de Segurola decidió rendir homenaje al pequeño dios precolombino que había salvado a su familia y decretó que la feria que hasta entonces se celebraba el 20 de octubre de cada año (fecha de la fundación de la ciudad de La Paz) y que se caracterizaba por el intercambio de Iquiqus, se trasladara al 24 de enero, indicando que estas figuras traerían suerte a sus propietarios. Se produjo entonces su transformación: el Iquiqu fue vestido y asumió la fisonomía bonachona y poco erótica que conocemos hoy en día y que constituye un ejemplo del proceso de sincretismo similar sufrido por un sinfín de manifestaciones culturales y de orden religioso de las culturas nativas principalmente de Centro y Sud América durante la época colonial.

La tradición de la feria anual del 24 de enero que conocemos como Alasita se ha mantenido hasta nuestros días y constituye una fiesta de deseos y esperanzas en que las personas adquieren maravillosas miniaturas elaboradas por increíbles artesanos cuyas pequeñas obras imitan todo lo que los posibles compradores puedan querer con la esperanza de que el Ekeko les conceda sus deseos durante el año, desde terrenos y casas hasta viajes, títulos profesionales, dinero y amor.

Aunque inicialmente duraba únicamente dos días e incluía la compra y venta de animales de granja y productos agrícolas, en la actualidad la feria de Alasita se extiende por el transcurso de varias semanas y se transforma en el lugar de encuentro de cientos de personas que acuden a comprar las detalladas miniaturas y a degustar una tradicional variedad de dulces y comida. En esta oferta gastronómica tan singular, el gran favorito es el delicioso “Plato Paceño”, cuyo origen se remontaría… ¡al cerco de más de tres meses que sufrió la ciudad de la Paz en 1781 por el movimiento indígena encabezado por Túpac Katari cuando, al escasear los alimentos, se procedió a la recolección de todos los productos disponibles en haciendas cercanas a la ciudad: papas, habas, choclos y quesos de oveja, dando lugar a este plato tan tradicional de la cultura gastronómica boliviana!

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