Reina de la herbolaria andina.

La muña (Minthostachys mollis), es una especie silvestre que crece en las regiones andinas de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, en valles altos ubicados entre los 2.700 y los 3.400 m.s.n.m.   Con propiedades filoterapéuticas reconocidas por la medicina tradicional, el uso de la muña se remonta a épocas precolombinas: los incas la consumían con miel para aplacar problemas respiratorios y digestivos. Con un suave sabor a menta y un alto contenido de proteínas, también ha sido usada desde hace siglos en la cocina andina para la condimentación y aromatización de platos.

Actualmente sigue siendo utilizada en áreas rurales para fortalecer el sistema inmunológico, contrarrestar infecciones intestinales y como broncodilatador y expectorante. Tomada en infusión o mate para despertar sus propiedades, se le atribuyen cualidades para mitigar los cólicos menstruales. Las hojas de la muña machacadas y mezcladas con aceite de oliva son utilizadas en la curación de quemaduras y, mezcladas con limón, alivian la picazón de la urticaria.

Aunque su consumo excesivo podría generar toxicidad hepática y es recomendable evitar su consumo por parte recién nacidos y mujeres embarazadas o que estén dando de lactar, por su condición diurética es una planta digestiva por excelencia, ayuda a contrarrestar el mal de altura y los mareos. Es buena para combatir bacterias, eliminar parásitos intestinales, controlar gases y flatulencias y podría eliminar la bacteria causante de la gastritis. Fortalece los huesos, evita la descalcificación y ayuda a prevenir la osteoporosis. Disminuye la aparición de problemas visuales (cataratas, miopía y degeneración macular) y contribuye a mantener agudeza en la visión. Quemando sus hojas secas, la muña también se usa como insecticida natural y como plaguicida.

 

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