De los viñedos más altos del mundo.

Pese a su gran calidad y sus características especiales, los vinos bolivianos no son tan conocidos como los de sus vecinos provenientes de potencias vitivinícolas sudamericanas como Chile y Argentina.

Con cultivos de vid introducidos a Bolivia alrededor del año 1550 por misioneros católicos, la producción de los “vinos de altura” tiene una historia de larga data tradicionalmente vinculada a los fértiles valles del sur del país, donde la intensidad del sol durante el día, las noches frías y las bondades del clima y el suelo, otorgan al vino características únicas que empiezan a ser reconocidas en la región y el mundo entero.

El cultivo de cepas como Tannat, Syrah, Malbec o Moscatel de Alejandría en viñedos ubicados entre los 1.600 y los 3.000 metros sobre el nivel del mar dan como resultado vinos muy elegantes con un distintivo toque de acidez y una mayor concentración de aromas, sabores y colores. Con estas características, los vinos bolivianos han empezado a conquistar selectos mercados internacionales.

 

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